domingo, marzo 18

Volvió a llenar su vaso, y otra vez terminó con su contenido en un segundo. Estaba en su cuarto totalmente a oscuras, en un silencio absoluto. Nada había cambiado en los últimos días y pensaba que todo continuaría así por muchos más. Todo esto le parecía totalmente patético, aunque pensar en EL ya era una costumbre, casi su religión, su fe. Su mente solo estaba llena de El, de oportunidades desaprovechadas y sueños a la espera de hacerse realidad. Sus dedos se movían sobre el vidrio húmedo, haciendo dibujos sin sentido. Su cabello seguía tan revuelto como cuando se levantó. Todo era un desorden a su alrededor, como también lo era su cabeza. Miraba por la ventana, con los ojos fijos en el paisaje, totalmente perdida en sus pensamientos. Quería tenerlo a su lado de cualquier forma, a cualquier precio. Miraba hacia su ordenador, esperando respuesta alguna a sus mensajes. Nada, como siempre. Nunca se habían dicho "amor", sus corazones nunca habían sido oficialmente del otro y mucho menos habían compartido un beso. Solamente se  habían querido a escondidas , sin que el otro supiera. Ardieron el uno por el otro, se volvieron totalmente locos en silencio. Pero eso hacía sido hace mucho tiempo y ahora era muy tarde para sentirlo de nuevo. Se dijo que lo seguiría intentando, porque ya se había cansado de la soledad y había apostado sus esperanzas en una frase: donde hubo fuego, cenizas quedan.