lunes, mayo 14

No había demasiada cosas que pensar, la gran mayoría de sus pensamientos estaban aclarados. Aun así, sin importarle el paso del tiempo, seguía ahí, pensando y pensando. Su cara, sin expresión alguna, presentaba una boca petrificada como un dibujo echo a mano, y ojos perdidos, aunque más vivos que nunca. Eso ya era algo normal. 
Todo esta tranquilo, en un perfecto estado uniforme, pero aquello que sabía que pasaría, sucedió. Y aunque ella estaba a su espera, la tomó por sorpresa.
 Sintió como su estómago se despertaba de un sueño profundo y comenzaba a vivir una invasión de mariposas. Sí, de esas mariposas que no sabes cuando ni como entran pero que generan una situación de desesperación al no saber cuando se irán.
Claro está que la invasión de mariposas no venía sola, sino que venía acompañada por EL, cuyos recuerdos recorrían todo su cuerpo como un rayo con algún poder divino. Si ella hubiese dicho que solo pensaba en EL cuando está despierta, te hubiese mentido.
 Ya no recordaba cuando había comenzado a sentir esas mariposas, solo sabía que la sensación de revoloteo aumentaba día a día. 
Seguía sentada en la mesa de la cocina y el té de la tarde, ya estaba frío y de un gusto totalmente horrible. Sus manos abrazaban la taza, como si necesitará el calor del té que, a esas alturas, ya era inexistente. Seguía mirando un punto fijo aunque sin saber que estaba observando en realidad.
 Las manecillas del reloj giraban y ella, seguía en trance.


miércoles, mayo 9


Acorralada contra el rincón más oscuro de la habitación, volvió a prender otro cigarrillo y así, ahogar sus pensamientos en un humo adictivo. ¿ Cuántos días llevaba así? ¿ 4,5 o 6? Pensó que capas 7. Si, 7. Una semana sin contacto alguno con el exterior. Soledad. Solo eso necesitaba. Nada mejor que 7 días en soledad para pensar. Pensar en que hacer con su vida, o mejor dicho, con alguien que mantenía su vida en pie. Él se había ido hace mucho tiempo, y sin previo aviso.
El primer día había pensado en él. El segundo, el tercero y el cuarto también. El quinto pensó que era totalmente patético seguir con todo eso. Al sexto día, él volvió a su cabeza. 
Hoy ya transcurría el séptimo día, y no había tenido noticia alguna de él. En la pared estaban todos los sueños esperando que alguien abra la ventana y los deje libres. A su derecha, en una mesa pequeña, había un florero con todas las esperanzas marchitándose. En todo el resto de la habitación, el desorden reinaba.
Sentía como en poco tiempo, el cansancio se apoderaría de ella por completo, dejaría todo y volvería a su vida cotidiana, sin gusto ni color. " Termino este cigarrillo y me baño, hasta acá llegué" dijo dándole una pitada al cigarro que estaba entre sus dedos. De pronto, algo interrumpió sus pensamientos. Era una voz. "Y ahora vienen las alucinaciones" se burló de ella misma. Esa voz volvió a sonar, definitivamente era de verdad y provenía del patio.De su patio. Reconoció aquel sonido, sonrió. Tomó el primer abrigo que encontró y entre pasos atropellados bajó las escaleras. La hora había llegado, o mejor dicho, el había vuelto.
Se despertó con lágrimas en los ojos e intentando sacar esas imágenes de su cabeza. Para desconcierto de muchos, esas imágenes no eran como las de las películas de terror y ese sueño no era una pesadilla. Era todo lo contrario. Esas imágenes formaban a la perfección el sueño que cualquiera querría tener y el deseo de muchos. Pero era un sueño, simplemente eso. 
Era algo fuera de la realidad, algo que tenía muy pocas posibilidades de ocurrir y por eso estaba acompañado de lágrimas. Era lo que ella más deseaba y que, con razón o no, ella cada vez veía mas lejos. Cada vez desterraba un poco mas la idea de estar con alguien que la ame de verdad y las posibilidades de que aquello ocurriera se agotaban como la energía de una pila vieja. Era en lo único que podía pensar, "un amor perfecto" y ya quería terminar con eso; no le hacía para nada bien. Como el futuro era tan incierto, no sabía cuando iba a encontrar a ese amor y por eso se limitó a olvidarlo por completo. Secó sus lágrimas y se volvió a acostar. Cerró sus ojos, ya era tiempo de volver a soñar.